22 de maig 2012

GRAMÁTICA DE LA NOSTALGIA

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Si hablamos de hacer el amor, mola saber de qué hablamos.

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El 24 de Enero del año 1975, Keith Jarrett aparecía en el escenario del Cologne Opera House y se situaba desnudo frente al piano, con la única intención de acostarse con él.
En el presente texto intentaré arrancar las entrañas de dicho proceso eroticofestivo.
 
¡Dale al REC!
Estamos ante un Keith Jarrett que afronta, por segunda vez en su carrera, la grabación de un concierto íntegramente improvisado. Lejos de su voluntad, “the music played was improvised on a certain night and should go as quickly as it comes”, los amantes del vinilo ganaron. Según él, el espectáculo dura un día, dura una noche. Grabar es inútil.
Grabar una improvisación produce una paradoja curiosa, es como retratar una fotografía. Por suerte o por desgracia, a cada play uno tiene la posibilidad de profundizar sobre el momento constructivo. Juzgar a Jarrett por esta grabación sin tener presente el contexto de improvisación sería un grave error.

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¡Con-texto! ¡Fuck-Partitura!
El hecho de hacer un concierto sin ningún tipo de partitura entre los dedos, es una clara herencia de la segunda mitad del siglo XX, la pieza de arte, la obra (en este caso la partitura) pierde todo el valor, todo el peso. Ésta, es considerada por el artista como un residuo creacional (vamos, en términos digestivos diríamos que es el excremento), el valor recae principalmente en el entusiasmo creacional, la fuerza del momento constructivo, el parto. Es aquí donde aparece la idea de la performace, y los pintores se graban pintando y los poetas recitando y los escultores trinchando. Cuando el propio hijo es transformado en producto comercial ya no vale. Aquí es donde uno apriete el REC. Lejos de la voluntad del propio Jarrett. El hecho de grabar una improvisación conlleva un hecho maravilloso. Difusión y reiteración. Elementos incluso saludables. Puede uno reiterar el momento catártico de afinación, repetir aquello que fue y ya no existe, porque cada vez que suena empieza con el papel en blanco. El oyente tiene la oportunidad de sumergirse, crítica y placenteramente, en la creación artística, el momento, el instante. Aquí es donde la memoria juega el papel más relevante. Saber además, por donde pasará el pincel a uno le otorga una sensación expresiva, uno puede sentirse como él en ese preciso momento, uno se fusiona y puede finalmente afirmar eso del está hecho para mí. El ser humano como animal expresivo y mimético necesita de estos momentos de evasión. Necesita del reflejo más allá de la cotidianidad, y en este caso Keith Jarrett, construye un espejo enorme donde estamos todos invitados.


¡Jarrett el gallo!
Uno debe situarse en el momento e intentar comprender que no tenía la menor idea de por donde pasearía. Estaba clara una estructura armónica básica pero, cual poeta con dos únicos términos, trazó un poema musical de más de una hora. La principal diferencia, entre un poeta y él, es el tempo. Jarrett no puede pararse a pensar lo que seguirá. Esto significa un elemento de mayor mérito. Aurearlo es cosa fácil. Por otra parte, a Jarrett no se le ve, se le oye. Mudos y ciegos le aplaudimos. Al no poder ver ese instante constructivo uno debe ubicarlo en alguna parte, cualquiera de los órganos vale. Pero dentro. La música no tiene un lugar físico e interiorizarla es tarea fácil. La memoria ayuda.


Primer secreto. Re-ferente. Re-play. Re-escuchar. Re-petir. 
Ya sea al piano, al clavicordio, al clavecín o al órgano, este hombre devora partituras cual Cronos con sus hijos. Su herencia clásica (y especialmente bachiana) se puede apreciar en este concierto y en su estilo pianístico en dos niveles; primero, su música es comprensible y se digiere con facilidad si se tiene una oída un tanto entrenada y una curiosidad felina e inocente hacia lo desconocido; y segundo, encontramos en Bach construcciones armónicas enormes y complejas que sorprendentemente funcionan. Bach lleva al límite armónico su música, marca la ortografía, crea el diccionario. Jarrett al igual que Bach, navega en algunos momentos al límite de la armonía tonal, es decir, tocan y componen siempre dentro de un marco clásico con tintes modernos sin entrar en delirios atonales de ningún tipo. Así pues, en una primera escucha rápidamente chocan estos dos planteamientos. La facilidad digestiva frente la densidad semanticoarmónica. Este golpe inicial se puede solucionar con la reiteración. Otro play ayuda. En una primera escucha es normal que no guste, el paladar acústico no está acostumbrado a la complejidad, demasiada sal. Es a partir de una segunda escucha que poco a poco uno entra en el juego que propone el músico. En este sentido, curiosamente, no hay diferencia entre Bach, Jarrett o una cerveza. Tras el golpe inicial, mediante una segunda escucha, el oyente se da cuenta de que existe una reiteración interna, un machacar las mismas ideas incesantemente. The Köln Concert, es un espacio en blanco en el cual, idea que aparece, idea que es exprimida hasta perder el significado, repetida hasta la saciedad, hasta perder el apetito. Todo ello, parece un guiño a las Variaciones Goldberg, pero en este caso la comparación apesta. 

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Es-truc-tu-ra. 
El concierto carece de acompañamiento instrumental alguno, solitario se presenta el pianista con las manos en los bolsillos ante un público hambriento y acostumbrado a tríos, cuartetos, bandas o big bands. El caso es que está grabado en dos partes (Part I y Part II), la primera de una extensión de 26 minutos y la segunda está dividida en tres partes más pequeñas (A, B, C) de 15, 18 y 7 minutos (esta última fue el Bis que el público pidió). 
Superado el momento inicial de una escucha fría y distante poco a poco uno va comprendiendo la obra, la digiere y ésta va formando parte de la propia definición de uno mismo, pues lejos de su voluntad dogmática, el concierto educa.





 


Secretos musicales. Trucos y prácticas. 
A lo largo del concierto, Jarrett utiliza de una forma obsesiva lo que en argot musical se denomina como nota pedal. Es fácil. Consiste en construir una línea melódica encima de una sola nota que incesantemente suena en el bajo (escuchase, como ejemplo claro, los primeros 8 min. de la Part II). 
Otro recurso es la repetición sucesiva y un tanto enfermiza de una figura melódica simple en el bajo (el ejemplo lo encontramos en los últimos 6 min. de Part I). Ello justifica, en parte, que el pianista se presente con las manos vacías y termine un concierto de más de una hora. Pero existe en la construcción algo especial que se escapa al frío análisis técnico. Con todo ello se nos plantea una pregunta ¿cómo es posible, en este contexto de improvisación solitaria, que el concierto tuviera una aceptación masiva teniendo en cuenta que el Jazz era, y es, una música de cuevas que difícilmente se escapa de su ámbito subterráneo?




EL REQUETEPLAYITAGAIN 
Aquí, en especial y en adelante, cabe centrarse en la Part I del concierto. A partir del minuto 3’01’’ el piano habla. Jarrett deviene marioneta. Con una lucidez que asusta su mano derecha te desarma. Te humilla. Te insulta y te maravilla. Te penetra hasta lo más hondo. Hasta romper en ti el vientre. Pasadas las entrañas, destroza lo que encuentra. Lo que hay. Trincha incluso aquello desconocido. Algo en ti se rompe. No sabes el qué y te sientes en deuda. Y se te lleva. Te lleva donde jamás estuviste. O puede que sí. Y ya estas atrapado. El viaje es único. Y a cada play deseas volver allí-donde-volví. La transmisión de nostalgia es absoluta (incomprensible a priori). La belleza desmesurada. 

Gramática de la nostalgia.
A grandes rasgos, respondiendo ésta pregunta y la anterior sobre el reconocimiento masivo del concierto, es importante tener presente dos cosas: por una parte, su estructura armónica y por otra parte, la capacidad discursiva de Jarrett ante dos elementos simples. Durante los doce primeros minutos, Jarrett, repite la sucesión La m / Sol M - La m / Sol M (Am7-G M) en todo momento y se enmaraña en una profundidad enorme saltando únicamente entre dos simples acordes. Esto supone al oyente una fácil comprensión debido a que todo le suena y eso conlleva, necesariamente, nostalgia y vicio. Oír (en esencia armónica) todo el rato los mismos dos acordes gusta en general. Funciona. Lo que gustó al minuto 4, ahora en el 8 surge con otra forma distinta y transporta constantemente a todo lo que ya ha sonado. Remite al pasado. A medida que avanza el concierto hacia delante, hay más viajes hacia atrás. ¡Coño! ¡Como la vida misma!

Misteriosamente, poco a poco, la pelota armónica va cogiendo un color cada vez más rico, hablamos de riqueza cromática y no de riqueza discursiva. Son los mismos dos colores llevados al extremo, no una exposición de colores como harían los alemanes. Así se comprende la tristeza, la nostalgia, el vigor o la fuerza que emana de los dedos del pianista y a su vez, uno comprende el masivo recibimiento de la grabación. Consigue agradar a los menos expertos y a los más doctos, a los primeros por su simplicidad armónica y a los segundos por la complejidad melódica. En la mano izquierda tiene al público masivo y en la mano derecha los buscadores de sutilezas. Banalidad y sesudez tocan juntos. En una, la inflexible arquitectura clásica y, en la otra, puede presentar las pasajeras vanguardias a su gusto y medida, pasando por el estilo musical que le plazca. Sus manos danzan para construir un diálogo maravilloso. Las demás manos, las del público, agradecen y lógicamente, aplauden.

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¡La anecdota!
Por último, merece una cierta atención los varios momentos en que el amigo deja alguna que otra exclamación vocal, en clave de gritos apagados. Se le oye por encima del piano, y así, deja grabados varios quejidos para que los fantasiosos, los místicos y los creadores de rumores puedan afirmar que el pianista está en pleno orgasmo. 

En fin, sea como sea, al terminar una escucha confiada, atenta y sensible de este momento musical extraordinario uno siempre necesita tener a mano algo de papel para secarse.

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El fragmento escuchado/lincado en todo el texto bajo las letras Play corresponde al intervalo comprendido entre el minuto 3'01' hasta el 8'34'' de la Parte I del Concierto.
Para escuchar la Parte I entera pulsar aqui.
Para escuchar el concierto entero, buscar mejor en Youtube, ya que en Spotify no aparece. 

Terapias de un dandy @pmallafre
(por aquel entonces)

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