26 de febr. 2011

¿Ella era la muerte? [El lado oscuro del corazón, 92]

Nunca veas a una puta con luz de día...

“Nunca veas a una puta con luz de día, es como mirar una película con la luz encendida. Como el cabaret a las diez de la mañana, con los rayos de sol atravesando el polvo que se levanta cuando barres. Como descubrir que ese poema que te hizo llorar a la noche, al día siguiente apenas te interesa. Es como sería este puto mundo si hubiera que soportar las cosas tal y como son. Como descubrir al actor que viste haciendo Hamlet en la cola del pan. Como el vacío cuando te pagan y no sentís ni siquiera un poquito. Como la tristeza cuando te pagan y sentiste por lo menos un poquito. Como abrir un cajón y descubrir una foto de cuando la puta tenía nueve años. Como dejarte venir conmigo sabiendo que cuando se acabe la magia vas a estar con una mujer como yo, en Montevideo” (El lado oscuro del Corazón (92) de Eliseo Subiela)






 Como si lo oyera con acento porteño,
como si la forma dialéctica del verso
no fuera una figura triste del iluso,
el caduco, el pasado, el que ya no está.
Como si la reiteración sintáctica fuera
precisamente eso, algo sin táctica.

Como si el fuego fuera agua,
como si el agua fuera una vela,
como si el cine fuera poesía.

Como si no pudiera imaginar un peor escenario
para una puta y un poeta que los noventa. Buf.

Como si existiese un surrealismo mágico
sin García Márquez,
como si existiese un laberinto de vaginas,
sin Sabina dentro,
como si existiese una Argentina
sin Chavela Vargas.

como si este poema no tuviera la misma irrelevancia
e impertinencia que aquellos que se atreven al cine
con tan poco cine.
Tener una mente luminosa no implica
hablar alemán ante una lente pretenciosa.

Tres minutos. No ciento veinte...y siete.



Terapias de un dandy @pmallafre
(Madrid, mayo 2010)

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