22 de març 2012

Braveheart III, el retorno del rey [Robin Hood, 2010]

(...) "...empieza la leyenda". The End.

¡Pues que empiece!

Desconozco el origen de mi repulsión hacia la historia medieval inglesa. Las tabernas de madera, los borrachos que caen encimas de las mesas y las rompen esbozando sonrisas, los niños huérfanos con el rosto en primer plano sucio de barro, los excrementos como champús, mierda y mas mierda, los milords y las miladis, los nobles enfundados en disfraces de negro osos yoguis, los ancianos ciegos, el amable negro, los valles verdes y los enormes arboles donde viven sociedades secretas son, a mi entender, un escenario que ya vimos. Los Monty Python retratan esa época con mucha más honestidad. Digo esto, porque imagino que la intención de bueno de Ridley (cual Gladiator) era trasladar el mito a la historia. Buscando el salto de Robert a Robin. Del burlón al proscrito. Pues nada, falto de carisma, de simpatía y de principios el bueno de Russell aburre. Le sacaron el sombrerito, la pluma, y las mallas. ¿Y qué pasa cuando le quitas a Superman el disfraz? que tienes a un ser humano mundano, mediocre. Pero en este caso ni el mediocre se salva. Firme candidato a superar los casting, Crowe nos muestra un “reality” de la Inglaterra medieval. Es tremendamente difícil encontrar algún elemento empático hacia Robert. El Clint de Sin Perdón, garrulo y cegijunto, cae bién. Hannibal Lecter, cae bien. ¡Los vecinos de Funny Games, caen bien! Pero los concursantes de la casa de Nottingham no caen bien. Error.

Sobre el sin sentido del carácter épico del film me abstengo pues merece otro párrafo.

Ella, el personaje, me encantó.



¿Lo mejor de la película? Los créditos en acuarela. Fantásticos.

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Nota para mí: No olvidar que Ridley Scott también hizo “La Teniente O’Neil”.





Terapias de un dandy @pmallafre
(Madrid, Mayo 2010)

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