24 de febr. 2011

La colosal embarcación que llevamos dentro

Albergando amores eternos,
me sumergiré en heladas aguas.
Naufragaré.
Para ser olvidado.

Hoy al cruzarme con esta imagen ya mal-gastada a nuestros ojos, vi un cierto reflejo.

Fotograma de la película Titanic (97) de J. Cameron
Miro la imagen de nuevo y veo en ella mi propio estómago, dirección al anochecer, vivo. La noche debilita los corazones decía el cantautor, mi corazón no llega a debilitarse, pero tampoco se vanagloria de firmeza; sean así mis ojos, un anochecer. Directo al mas bello de los infiernos me dirijo, dejando atrás poderosas oscuridades, veo en mi interior numerosas luces que viven cerradas por paredes de acero. Dejando humo en el espacio vivo, ensuciando con berborrea barata todo lo que me rodea. No uno, ni dos, ni tres, sino, cuatro son los cañones que me vacían el alma a cada paso de este tiempo que no poseo. Todo ello, en medio del profundo mar en calma.


Pero todos sabemos como la colosal embarcación terminó.


Albergando amores eternos,
me sumergiré en heladas aguas.
Naufragaré.
Para ser olvidado.
Mientras no pueda digerir
la sentencia, continuaré 
persiguiendo rayos de luna
cual Manrique de Bécquer.
Sea en barcos de acero o de aire,
en naves ardiendo bajo naufragios eternos,
o sea mi alma en imágenes,
viajaré.
Viajaré en los mares de Poseidón
Cargando mil tormentas en mis manos.


 Terapias de un dandy @pmallafre
(Terrassa, Octubre 2006)

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