Versos a sottovoce (V)

V

Yo lo recuerdo perfectamente.
Pase a visitarte, llevabas allí
más de cien mil lunas llorando.
Abriste la puerta y no solo el alcohol
chorreaba de tus parpados.
Yo te miraba y tú entre sollozos
respondías. Mi única esperanza era
ser considerado un buen amigo.

Tu aliento apestaba a soledad
y vacíos sonaban tus suspiros,
el color negro te pertenecía,
tus ojos lo gritaban a voces.

Yo intentaba comprender, pues
claro, te conocía de toda la vida.
Quería sufrir contigo el desamor:
condena del Bufón que me viste.

Pero no entendía nada.
Tu discurso era demente.
Era poético.

Te pregunté con ojos de humilde
amigo: ¿oye, como estas?
y a sottovoce recitabas, una frase,
la misma. A cada aliento,
la fatiga aumentaba el odio. 
Otra vez esa misma pregunta,
otra vez esa misma pregunta,
otra vez esa misma pregunta.
Yo no comprendía y tu,
tu frenaste las lágrimas.
Me agarraste de la mano.
Me llevaste al coche.
Mudos durante horas.
Empezó a llover. Ora nada.
Ora mil tormentas. Cristales ciegos.
Hasta que llegamos en los valles
de la Nostalgia.
Allí, con violencia,
me agarraste del cuello,
acompañándote fui donde termina todo,
incluso el oxígeno.
Y allí, frente con mi muerte,
frente al abismo que todos tememos,
con dementes gritos y ciegas manos
proclamaste con enorme tristeza;

“¡he leído todos los poemas que existen
en toda página que more palabra alguna!
¡ya he escuchado la Novena!¡y he cantado
serenatas a la Luna mientras lloraba
la muerte de ¡todo lo bello!.
¡No lo voy a comprender NUNCA!
¿quieres saber como estoy?
¡Estoy en el asfixiante aire!
¡puro vacío! Nunca, nada, jamás!
La dura negación, la única; ¡No!
¡No todo! ¡No!
¡no sabes nada del Amor,
esto es el Amor que tanto persigues,
que anhelas en cada uno de tus
ebrios suspiros de mártir Bufón!
¡escucha mi estómago!
¡Corre!”

(…)

Hoy, avergonzado, decido confesar
lo que para mí fue el vivo desgarro:
la comedia más triste de mi obra.
Lección de cómo susurrar versos
con labios destrozados.

Terapias de un dandy @pmallafre
(Terrassa, Enero 2007)