Y el tema me interesa suficiente como para afirmar que el motivo que impulsa a los seres pensantes a ir a un concierto no es el de escuchar música (pues en la mayoría de las ocasiones es notoriamente mejor aquello grabado en estudio) sino la posibilidad de evadirse; un concierto es un espacio donde la gente puede orgasmearse a gritos, saltar hasta el cielo, comunicarse con el cuerpo, beber prohibidamente, en definitiva, expresarse. Y, ¿qué es el arte? entre muchas definiciones doctas, encontramos que el "Arte es Expresión", así pues, será que la gente no encuentra otro camino que el del concierto para expresarse acompañando la voz cantante; Picasso encontró la Pintura, la plebe encuentra a Bustamante, yo encuentro el tímido e insignificante verso. No solo con palabras se expresa uno, sino con posturas, bailes, canciones, retratos e incluso arreglando un ordenador, uno se expresa al margen del maldito lenguaje. Y siempre oyendo bocas diciendo en clave metafórica; la Música es "Otro Lenguaje", ¡¿alguien lo duda?! Cuando escuchamos a Música, ¿quién habla sino el Arte? Así pues, notamos una especie de magia detrás de todo ello. "Porque te gusta aquello? Aii, no lo sé, me gusta porque me gusta", reflexiones de esta talla habremos escuchado miles, así pues, existe una comprensión, no de la razón sino del estómago, hacia las bellas melodías. Para hablar de la música saltamos de metáfora en metáfora, ya que nuestro cuerpo (léase estómago, corazón y pulmones) no puede hablar, solo sabe bailar. Así, llegamos a la conclusión de que es una cuestión de comprensión, e aquí porque a unos les gusta Vidres a la Sang y a otros las cuadrículas de Mondrian.
Por otra parte, también existe una necesidad de líder, aprendida al nacer solos. Antes teníamos a los padres para admirar y seguir sus pasos, ahora tenemos a los niños de OT quienes se autoproclaman como herederos de nuestra educación, es lo que tiene crecer, es lo que tiene el paso de los años irreversible.
La vida diaria es tal pedazo de mierda, tan inaguantable, que no todos podemos ser Kant, ordenados, responsables, relojeros conscientes de nuestros límites racionales y tal, nosotros necesitamos la evasión y la expresión, necesitamos salir de los malditos límites racionales e instalarnos, con buena cara, en el meollo animal y preadolescente, allí somos infantes alcoholizados, ¿quién no clava los ojos en sus antiguas fotos de cuando éramos locos bajitos? El llamado "orden mental" (léase responsabilidades del adulto) no consigue aguantar la vida diaria con tan solo dormir (léase morir).
Así pues, en los conciertos, más que escuchar música, cada uno por su parte sin tener la menor conciencia de ello se embarca en el viaje hacia el Niño nietzscheano que su estómago alberga.
Terapias de un dandy @pmallafre
(Terrassa, julio 2006)
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