con ropajes de emperadores
se aman de verdad.
Han entregado su infantil pasado,
sus miedos y sus rencores
a los ejércitos del otro.
Ya no poseen lengua,
cual eternos mudos.
Desnudando las bellas formas
su alma se desgarra en las manos del otro.
Crece su angustia, su dolor.
Pero no la soledad.
La carga se proclama como pesada.
Su cuerpo ve el futuro infierno,
pero sus ojos no.
Sólo ven al otro.
Olvidar el provecho, amar el daño,
decía el poeta al definir el Amor.
Mil tormentas les llevan al Amabilis Insania;
- Te amo.
- Yo también. Te amo.
- (...)
- (...)
- No consigo llorar.
- No llores. No conseguirás nada.
- (...)
- (...)
- Te desprecio. Amo un beso.
- Te amo (...) quiero follar.
- Fundámonos. Seamos eternos.
- Esto no es amor, es deseo.
- ¿Y que deseas?¿que hago mal?
- No existe bien ni mal. Sólo nosotros.
- Sólo Dionisio.
- Pues bebamos.
- (...)
- (...)
- ¿Es un brindis o una despedida?
- Es la despedida.
- (...)
- (...)
- (...)
- (...)
- Triste viaje, amor, nos espera.
- Mi vida, no me digas eso.
- ¿ya lloras?
- Si.
- (...)
- (...)
- ¿Nos volveremos a ver?
- No.
- ¿No ves, mi amor, que aquí muero?
- No. Me arranqué los ojos por vos.
- Yo me desnudé.
- Amor, te amo.
- Te amo.
- (...)
- (...)
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Mudos y ciegos los amantes se separaron,
poco a poco empezaron a vislumbrar la luz del sol,
pero no entendieron jamás que cada día sale la luna.
Cada día es noche.
Rieron con la sonrisa de quién ve morir alguien en sus brazos.
Risas,
risas,
risas,
todas quedaron frente al telón.
Esta vez, ni el bufón del espejo podía articular palabra
pues la diosa Soledad le amenazaba con dura guadaña.
Por vez primera, el eterno cómico, rió.
Terapias de un dandy @pmallafre
(Terrassa, noviembre 2006)
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