Al conocerte y reconocerte
como espejo y deseo,
mis manos sangraban.
Al suelo la cuerda y
detrás, el carro cargado.
Desgraciados poemas,
faltos de cariño,
y faltos de tacto,
caían bache tras bache.
Un antifaz de oro
me ahogaba el cuello
y me desnudaba ante ti.
Arrancarse los ojos
siempre fue una metáfora.
Terapias de un dandy @pmallafre
Dedicated to àngela
Dedicated to àngela
(Barcelona, 2009)
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