Espero que ya estéis dormida...
pues os debo cientos de hurtos
que, ladrón de mí, deseé cometer.
Primero fue vuestro rostro,
que bajo la almohada escondí.
Infantil ilusión y onírica intención
del amante que aquí se confiesa.
Decidí robar tus familiares recuerdos,
tus deseos de Diosa, tus bragas,
y el aroma de mi pijama en tus carnes.
¿Recuerdas cuando nos conocimos,
sin luces y con los ojos en las manos?
Aquel día, bajo las sabanas,
mientras dormías, lloré de amor.
Pero fue ayer cuando cometí
el último de los secretos hurtos,
Yo miraba, tú masticabas páginas.
Estabas leyendo aquí mismo,
tras los muros de la habitación,
entre visillos, yo te espiaba,
tu serenidad pudo conmigo.
Decidí que aquel sería el último,
decidí confesar. Pero reconozco tu
respirar y se, que ahora duermes.
No podría gritar hasta el cielo y dejar allí mi canto,
dejar las palabras "yo te amo" como título de la melodía.
Pero si puedo decirte que soy ladrón y que nunca oirás
confesión, mi amor por vos, es el inexplicable secreto del amante.
Solo estos versos conseguirán mostraros mi demencia por vos.
(Terrassa, Enero 2007)
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